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Día internacional de acción por la salud de las mujeres: “De nuestras voces y nuestros dichos”

Lic. en Fgía, Celina Jasinski


“Fono.. tómese unos mates al solcito este finde que está muy pálida”
“¿Cómo hiciste esta torta? A él le re gusto, quiero hacerla en casa”
“Vos no entendés nada porque no tenés hijos”
“Quiero que vos me expliques que es lo que significa que mi hijo está desarmado, me lo dijeron en la escuela”
“Me encanta tu pelo, con qué te teñís?”
“Doctora, le quería contar, ¡Salió el turno de otorrino para la nena!”

En la práctica profesional, quienes centramos nuestros abordajes en el acompañamiento de las infancias, nos relacionamos cotidianamente con mujeres, las madres, abuelas, tías, hermanas o cuidadoras de nuestrxs pacientxs. En un gran porcentaje, lxs niñxs llegan acompañadxs de una mujer, y esto no es nuevo. Las tareas de crianza y cuidados están marcadamente asignadas al género femenino, aún, en ocasiones, donde esa otra, también es una niña que requiere protección y sostén por parte de un adulto. En esta sintonía, no podemos dejar de mencionar que nuestra profesión también se encuentra altamente feminizada, probablemente por el mismo motivo. Cuidar y acompañar a un otrx, en una situación de vulnerabilidad, como la que supone una dificultad en la comunicación, en cualquier momento de la vida de este sujeto, forma parte de los roles culturalmente destinados a nuestro género.

Todos los días, a partir de nuestra labor profesional, mujeres estamos con mujeres, ocupándonos de la salud de otrx que nos convoca a ambas partes. Sin embargo, pareciera que poco pensamos en “nuestras saludes”, las nuestras como mujeres terapeutas y las suyas como madres/abuelas/hermanas cuidadoras. ¿Qué nos pasa en estos roles que nos asignan? ¿Qué nos sucede en este encuentro? ¿Cuándo y cómo miramos a la otra y a nosotras mismas? Son algunas de las preguntas que me surgieron al comenzar con este relato. Inesperadamente, enseguida empezaron a surgir estos fragmentos de interacciones, que se suscitaron en el marco de mi desempeño como fonoaudióloga, junto con otras mujeres que acompañan a niñxs.

En algunas situaciones, cuando nos toca transmitir un diagnóstico o una complicación en el desarrollo de un niñx, resulta difícil considerar la carga de angustia que conlleva, en quien recibe y quien proporciona esta información. Pocas veces tenemos en cuenta qué le pasa a esa mujer, cuando a partir de una intervención nuestra, se siente cuestionada en su tarea asignada históricamente. Por otro lado, a nosotras, más allá del saber que nos otorgan por nuestros diplomas académicos, se nos atribuye cierta “facultad implícita” por nuestra condición de mujer. Usualmente somos elogiadas con calificativos tales como la paciencia, la bondad y la dulzura, en abundancia.

Pero cuando algo no sucede de la forma que ambas partes esperamos, se pone en jaque nuestra sapiencia o incluso nuestra sensibilidad. Es importante considerar, la dimensión cultural de la salud, cómo los determinantes de conciencia y conducta de la comunidad en la que trabajamos y estamos insertos, influyen en nosotras como mujeres en este encuentro.

También es importante ponderar, aquellas circunstancias en las que resulta estratégico nuestro rol en interacción. En el marco de talleres, en los que participan mujeres en su rol de cuidadoras y mujeres en su rol de profesionales de salud y educación, he sido testigo de cómo cambia el registro lingüístico que utilizamos, de cómo se sienten y nos sentimos habilitadas para abordar temas relacionados con la crianza con mayor confianza y naturalidad, con un efecto multiplicador y empoderador. Como si la palabra que allí circula tuviera un valor más legítimo, en esa tribu eventual que configuramos para ese rato. Los logros y desaciertos se comparten, en una lógica de pares que facilita los procesos.

Por otro lado, me sorprendió gratamente evocar, otros momentos, esos donde nos encontramos desde un lugar diferente, más nuestro como mujeres, sintientes, deseantes. Aquellas situaciones en las que, sin dejar de acompañar y proteger a esx otrx, pudimos mirarnos a nosotras, reconociéndonos interesadas por nuestra imagen y nuestros gustos. Ahí también donde entendimos lo bueno que está cuidarnos entre nosotras. Estar pendiente de la otra y estar convencidas que, tan importante como el cuidado a lxs otrxs, es el cuidado de nosotras mismas.

Resulta sumamente necesario y enriquecedor, poner la mirada en la salud de la mujer y sus dimensiones, en nuestras prácticas cotidianas. Poder desde nuestro hacer considerar y ser consideradas biológica, emocional y socialmente, desde roles que venimos ocupando hace tiempo, pero desde los nuevos paradigmas en los que decidimos plantarnos.

Colegio de Fonoaudiologos de Rosario